Yo sí siento que se relaciona. Yo me salgo de ahí y siento alivio. Un alivio que me cuesta explicar. Puedo intentar explicarlo, y de hecho creo que yo sé qué pasa y yo lo entiendo. Pero siento que otros no lo entenderían, no comprenderían la importancia que yo le doy. Me siento enferma. Estos últimos tiempos me siento muy incómoda reconociendo cómo mi interacción con una simple aplicación me influye tanto en lo emocional. Cómo parece que en vez de manejarla yo, me maneja a mí. Se siente ridículo. Se siente ridículo incluso estar escribiendo sobre esto en mi blog.
Todo está siendo tan superfluo en este mundo digital que a veces mi mayor deseo es no tener que usar un teléfono. Es poder desinstalar hasta la única aplicación que "no puedo" desinstalar, que es WhatsApp, porque preocuparía a seres queridos, y seguir con mi vida sin esa complicación.
Yo sé que no es normal que represente una complicación a nivel de necesitar desahogarme en un blog. Que para la mayoría es, en todo caso, una herramienta y no un problema. Sé que probablemente la que esté problematizada sea yo misma. Y que quizá tengo que arreglar cosas internas, y dejarme de fastidiar con este tema que ya perdí el registro del tiempo que hace que me atormenta.
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