miércoles, 28 de abril de 2021

Sorpresas, decepciones, y decisiones: los desconocidos no identificados

Es increíble cómo alguien que uno «conoce» hace muchos años, demuestra no conocernos en lo más absoluto. Uno quisiera pensar que el tiempo enseña. Pero, a veces, en menos tiempo, en días o semanas, aprendemos mucho más que en décadas enteras. Quizá se trate de qué tan «descifrable» sea una persona, o de qué tan real se demuestren con uno. Realmente no sé qué sea. Pero si hay algo que puedo dar como cierto, es que lastima.

Lastima, y no sé qué parte lastima exactamente o cuál lo hace más, pero lo hace. No sé si es el tiempo perdido, o ese tiempo en sí, mientras lo vivimos. Creo que ambos. Vendría a ser algo como que, en el futuro, una vez que ya pasó, nos afecta pensar en cuánto tiempo perdimos junto a esa o esas personas que jamás nos conocieron bien; pero antes de eso, sufrimos los problemas que trae consigo el pasar ratos con estos «desconocidos no identificados».

Ellos no nos conocen. Pero, ¿y nosotros? ¿los conocemos a ellos? Probablemente tampoco. Y es que, creo que de haberlo hecho, el tiempo podría haber sido mucho más acotado. A menos que seamos... ¿masoquistas? No lo sé. Cada caso ha de ser distinto. Cada quien tendrá sus razones y las vivencias han de ser todas diferentes. 

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Por eso es tan difícil llegar a una verdad absoluta, tanto en esto como en muchas otras cosas. Sobre todo en temas humanos, me parece. Porque luego no es tan difícil aceptar que 2+2=4, o que el agua hierve a 100ºC. Pero establecer afirmaciones respecto a tópicos relacionados con las personas es complicado. Sobre todo si se busca ser imparcial. 

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Ahora, vamos al tema de las decisiones. La decisión  a la que me quiero referir es la de alejarse de los «desconocidos no identificados». ¿Por qué buscaríamos esto? y, ¿cómo lo lograríamos? En respuesta al primer interrogante, por si no se hace obvio, diría que la razón está en ese daño mencionado al principio. No tiene mucho sentido gastar más tiempo estando con ellos. Esto en el específico caso de que esta o estas relaciones sean considerablemente largas, porque, si recién empiezan, la reflexión es diferente (no se pretende que dos personas se conozcan en un período muy corto). Luego, para contestar la segunda pregunta, esto sí ya abre un gran paraguas de posibilidades, dadas las diversas situaciones con las que nos podemos encontrar. Pero aun así, intentaría buscar una respuesta general. Creo que no sugiero hacerlo de manera gradual, ya que esto podría llevar a enredos varios y hasta arrepentimientos. Tal vez la mejor manera sea terminar la relación de raíz. 

El razonamiento para aquello último es el siguiente: si la persona no nos conoce, va a tomar cualquier accionar nuestro como normal. Es decir, tenemos la posibilidad de que no cuestione nuestro alejamiento, y poder hacerlo sin tener que dar demasiadas explicaciones. Porque, a fin de cuentas —y añado esto con la intención de aliviar al lector preocupado por no dar motivos a su o sus «desconocidos no identificados»— las explicaciones ya nos las dimos a nosotros mismos, en nuestras cabezas, tras mucho tiempo de padecer el desconocimiento de otro, que derivó en repetidas situaciones indeseables. Entonces, dada esta situación hipotética, podremos acabar con esto más pronto que tarde, y seguir adelante. 

¿Miraremos hacia atrás, preguntándonos si tomamos la decisión correcta? Muy probablemente. Aunque depende de la seguridad y determinación de cada persona, y de la «gravedad» de cada situación. Pero aún así, con el pasar del tiempo, es posible (espero) que nos inclinemos a sentir que a partir de ello, empieza a predominar la tranquilidad en nuestras vidas. Reafirmando que hicimos lo más conveniente. Y no sólo para nosotros mismos, sino para la o las otras personas que alejamos de nosotros Ya que, es válido imaginar que para ellos tampoco fue muy agradable pasar tiempo con su relativo «desconocido no identificado».

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